Miguel Huerta
Me he encontrado en Twitter, y en otras redes sociales, muchas alternativas, reacciones y comentarios a las propuestas de Donald Trump. En todas ellas prevalece un mismo recurso: la acción.
La acción puede distinguirse en protesta, en marchas, en proposiciones gubernamentales y en recursos económicos para hacer frente a las políticas del actual presidente de EUA. Todo ello con el propósito de hacerle frente y decir que se está contra Trump.
En este segundo periodo de mandato, Donald Trump se ha visto envuelto en discusiones de agendas políticas externas, en una guerra de comentarios, en declaraciones contra los medios, en la firma de varios documentos que tocan el tema tan sensible de la migración y los refugiados, entre otras cosas. El discurso de Trump no sugiere nada nuevo, pues es la misma cantaleta que se ha venido desarrollando desde hace varias décadas de parte de los grandes capitalistas. Su discurso tachado de proteccionismo y una vuelta al nacionalismo no difiere de aquél que la mayoría de los países europeos y de primer mundo declaran. La diferencia es que su discurso y su modo de hacer las cosas no representan un mensaje cifrado ni necesitan de una hermenéutica compleja para saber lo que significan. Trump dice muchas cosas y muchas de esas cosas son exageradas y llenas de mentiras. Lo importante es discernir sus discursos y tener claridad en que seguirá diciendo muchas cosas sin parar.
Al respecto, el filósofo esloveno Slavoj Zizek,1 dice que la izquierda debe estar agradecida a Trump por haber destruido él solo al partido republicano. Zizek tiene razón al decir eso, pues no es otra cosa que el capitalismo devorándose a sí mismo. Pero no hay que perder de vista que detrás de todo ello está el impulso de sobrevivencia de la ideología capitalista, la cual hace pensar al sujeto que el mundo necesita esperanza, que se ha retrocedido 300 años, que la misoginia y la xenofobia se han revitalizado, etcétera. Todas esas críticas al personaje son reales y verdaderas, pues Trump representa todo eso y mucho más.
Lo que no me cuadra es que se esté haciendo una campaña mundial para ir contra él, como si Trump fuera el responsable de todo ello. Mi sugerencia es que más que la acción referida a como la hice al principio, se haga pensamiento, es decir, si nos preguntamos qué hacer, como Lenin en su momento, yo diría que ya actuamos mucho, ahora es el momento de pensar fuerte y críticamente.
Trump lo que hace es replicar el mismo discurso imperialista de siempre, lo que pasa es que el personaje no toma el discurso retórico y lleno de frases políticamente correctas para decir lo que tiene que decir. Eso es lo que molesta. Pero así es la política y así tiene que ser: una guerra a muerte que posibilite el conflicto entre bandos. No una alianza.
Lo importante de los acontecimientos actuales es no hacerle caso al discurso de Trump como si fuera único, hay que retroceder unas décadas para decirnos que ese discurso es el que ha estado desde mucho tiempo atrás, pero disfrazado de bufón. Ahora es cuando el bufón se ha colado como uno más que crea conflicto. Hagamos caso a ese conflicto político y a raíz de él, hagamos pensamiento crítico. Que no nos gane la tentación de actuar sin agenda y sin un propósito.
Nuestra tarea es no permitir que un personaje elegido democráticamente se convierta en un rey, dictador o policía mundial. Ya conocemos el pasado y no hay que replicarlo de nuevo por el bien de la humanidad.
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