El regreso como memoria

El regreso, una acción que tiene dos modos de presencia: hacia atrás y hacia lo profundo. El primero corresponde a hacer cercano lo lejano de cierto suceso pasado, algo así como la historia. El segundo recae en la experiencia vital de la persona, no solamente es un acercarse al pasado sino profundizar en la experiencia vital.

El regreso, teniendo en cuenta éstos momentos que acabamos de enunciar, entonces toma forma de acción significativa. Esta acción es relevante para la vida, pues mantiene especial relación con la existencia misma, con la vida de la persona y no solamente como un hecho aislado o como un accidente o mera casualidad. El concepto de regreso, entonces, se vuelve un acontecer vital. Pasamos del mero accionar sin sentido al quehacer significativo.

Dicho acontecer vital se vuelve relevante, pues ya no es algo falto de sentido. Hay sentido, un sentido radical. Su radicalidad consiste en que podemos acceder a ese momento vital. No es recuerdo grato como cuando traemos a la mente un sabor o una imagen de algún evento. Es la activación de la memoria misma, la cual nos configura como personas. El regreso en este nuevo sentido nos impide perder el rumbo de la realidad. El regreso como memoria es esa profunda radicalidad de la vida de cada uno. Por ello decíamos al principio que el regreso comprendía dos modos de presencia.

Lo radical de la vida se configura en la memoria. De ahí que el regreso no sea solamente un recuerdo o una imagen bonita. Es la memoria misma que ayuda y enfatiza y revitaliza nuestra existencia, que va hasta la raíz de lo que somos. Ahí su radicalidad, lo más radicales que podemos ser. 

Sin memoria que nos muestre la radicalidad de lo que somos, estamos perdidos. No es un regreso hacia atrás como mera historia. Es un regreso a lo profundo. En esto consiste la memoria, en que regresamos y al regresar y retener dicha acción significativa, nos tranforma y transformamos la realidad. Sin memoria no podemos transformar nada. Ni a nosotros ni mucho menos a la realidad. Por eso suele decirse que la memoria suele ser peligrosa, pues hace temblar al poder y genera revoluciones sociales. 

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