2 de octubre… «No se olvida»

Para mí el #2deoctubre significa la importancia de la memoria y la existencia sociales. Sin mucho fundamento vivencial, puedo constatar que el espíritu de las generaciones que participaron en el movimiento estudiantil sigue vivo en nuestros días y en nuestras voces.

El grito inmenso e inolvidable de «No se olvida» es un grito a un grupo social determinado. Es un grito a quien está sordo. Su grito va en contra de todo aquel que tiene poder y necesita justificarlo a través de sus intelectuales y sus cuerpos represivos. Recordemos que el poder tiene súbditos y quiere de súbditos a todos y a todas. Súbditos que no se hagan preguntas, que no protesten, que no salgan a defender sus derechos y opiniones. Así funciona el poder y su defensa es la brutalidad.

Mi generación no es culpable de la brutalidad estatal. Pero la brutalidad del Estado sí es culpable de la indiferencia social. ¿Cómo comprender la excepcional benevolencia ante manifestaciones culturales y sociales diversas? ¿Cómo atreverse a pensar que el Estado y sus aliados se pongan del lado de los «rebeldes» o excluidos sociales?

La brutalidad y sus excesos se comprenden desde el mantenimiento de una estructura de poder. No encuentro una mayor explicación sustentada en la experiencia.

El modo de proceder de este tipo de brutalidad se manifiesta a través de dos plataformas: la policía y la ideología.

La policía engloba a todos esos grupos de choque, ya sea ejército, infiltrados, grupos policiales, etcétera. Su intención es sofocar, a través de la fuerza, a quienes se opongan al poder y lo hacen hasta volver indefensos a sus oponentes. La indefensión es su objetivo, la indefensión social y física, es decir, convierten a nada dichas manifestaciones contra el poder.

Por otro lado, la tarea de la ideología, realizada por los intelectuales, es desmoralizar al oponente. Esto lo hace a través de la propaganda y de la persuasión. El convencimiento es la mejor arma para volver impotente un compromiso y un pensamiento. Su resultado más obvio es restar significado a personajes y lemas sociales, es decir, volver oficiales y normalizar los procesos de crítica y protesta, olvidar su lucha, olvidar su memoria crítica y creativa.

Ante ello, mi generación y las generaciones inmediatas, tenemos la tarea de actualizar la lucha contra la indefensión y la desmoralización estatales. No corrompamos la memoria, no quitemos significados a las luchas sociales que precedieron nuestras propias luchas.

Mantener la memoria del 2 de octubre en México se convierte en el mejor acto de protesta contra la brutalidad estatal. Actualizar la memoria de ese hecho trágico del 68 es relacionarnos vivencialmente con los acontecimientos más recientes de nuestras generaciones: Tlatlaya, Ayotzinapa… Y otras memorias que hoy nos gritan «No se olvida».

Miguel Huerta

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