Miguel Huerta
Una de las pasiones que nació en mi infancia es la del béisbol. Desde muy pequeño mi familia iba a los partidos del equipo profesional de mi ciudad -Naranjeros-. Practiqué este deporte desde los 10 años y hasta los 17, allá en mi natal Hermosillo, Sonora. Mucho de esa experiencia me ha servido para evaluar situaciones, analizar movimientos, interpretar estadísticas y crear estrategias grupales.

El béisbol ha sido parte de mi vida. Dejé de jugarlo, pero hasta la fecha sigo a mis equipos preferidos, voy a los juegos en Ciudad de México cada que puedo y practico bateo.
La filosofía se lleva bien con este juego de pelota. La estructura del campo de béisbol en forma de diamante, las bases, la organización del equipo y el acomodo del mismo representan el mundo y el horizonte de sentido. Cada quien con la suficiente autonomía personal y con el suficiente límite para armonizar en el campo.

En carta a un amigo, el filósofo John Rawls escribió lo siguiente sobre el béisbol:
- En primer lugar es un juego en equilibrio en sus reglas y medidas del campo, que permiten jugadas maravillosas como el doble play. Además está ajustado a las habilidades humanas.
- Por otro lado es un deporte de gente ordinaria. A diferencia de otros deportes que exigen cuerpos humanos cuasi-perfectos, el béisbol tiene posiciones para todo tipo de cuerpo.
- Es el único deporte de conjunto donde no se necesita la pelota para anotar. Por lo que hay acción relevante en distintos puntos del campo al mismo tiempo. Además la totalidad de la jugada es visible. Uno debe poner atención a todo lo que ocurre en el diamante.
Como lo comentaba, el campo y todo lo que en él se manifiesta representa al mundo. Rawls lo señaló bien al comentar que todo en el campo es relevante para el juego, nada está gratuito, tampoco nada está determinado por algo.

La filosofía hace diagnóstico del mundo a través del uso del lenguaje y el análisis conceptual. Nos da apertura para pensar en lo que hacemos, lo que tenemos y lo que podemos ser. El béisbol es lo mismo. Cada jugador se concentra en el presente, vislumbrando el futuro, lo que puede ser y hacer en el campo, que es el mundo. Aunque existen estrategias y jugadas diseñadas, el discernimiento y toma de decisiones de cada persona en el campo es lo que vuelve a este juego interesante, pues no depende de lo que pase con la pelota, como dice Rawls, sino de las decisiones que se tomen respecto a todo.
Las estrategias grupales, las jugadas y los análisis estadísticos, son parte importante del béisbol y la filosofía se hace eco en ello al hacer sus propios análisis y dignósticos, pues una filosofía que no ve el mundo ni lo que en él acontece y que no propone un horizonte de sentido, no es buena filosofía. Al igual que el béisbol, si no ve lo que pasa en el campo y no alimenta la automonía de los jugadores, no es béisbol, es otra cosa.